Obispos

EL OBISPO SEGÚN LA TRADICIÓN CRISTIANA​​​

La palabra Obispo procede del latín “Episcopo”, que se traduce como “vigilar”. El obispo aparece muy temprano en la tradición cristiana. En los Hechos de los Apóstoles, encontramos cómo el Apóstol San Pablo dejó a Timoteo y Tito como guías de una comunidad, para que “vigilaran” la vida cristiana de aquella comunidad.

En el siglo II, San Ignacio de Antioquía, uno de los grandes Padres de la Iglesia, habla sobre el ministerio propio del obispo en el que se percibe una clara visión de que el obispo es sucesor de los apóstoles y guía de la Iglesia en nombre de Jesucristo. A lo largo de los años, el Magisterio de la Iglesia, con la Luz del Espíritu Santo, ha ido iluminando la labor episcopal, para que responda a las necesidades propias de los tiempos.

El Ministerio Episcopal

Los obispos tienen un triple ministerio:

Enseñar: La misión primordial del obispo es la de “enseñar”. Jesucristo antes de subir a los Cielos envió a sus apóstoles a “predicar el Evangelio y a bautizar a toda creatura. De aquí nace el deber de enseñar el Evangelio a las criaturas. El obispo predica y enseña a través de la homilía, por medio de las cartas pastorales, por el contacto con los diversos sectores de la diócesis. En este sentido, el obispo se hace responsable de la doctrina y evangelización de sus fieles.

Santificar: La misión que el obispo tiene de “santificar” al pueblo de Dios la ejerce representando a Cristo Sacramento. El Lineamenta enviado por el Papa, señala que “es inherente al obispo la administración de los Sacramentos que miran a la perfección del individuo y de la comunidad”. Es el obispo el principal administrador de los misterios de Dios en entre los fieles.

Regir: El obispo debe guiar a los fieles en la caridad. El documento anteriormente señalado habla en el número 67 que la función principal del obispo es la de “guiar” al pueblo de Dios teniendo en cuenta dos realidades: la primera, la figura del pastor, que da su vida por las ovejas y las conduce a pastizales abundantes y, la figura de siervo, “el que quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos”. El obispo puede decidir, en comunión con la doctrina de la Iglesia, sobre la vida de su propia diócesis, ya sea en cuestiones de liturgia, de formas de evangelización, entre otras.

Los signos Episcopales

La Iglesia es rica en tradiciones y simbolismos; el obispo porta varios signos que expresan la dignidad de su ministerio.

Pectoral: Es la manifestación externa de la consagración a Cristo y a su Iglesia.

Anillo: Representa el compromiso del Obispo con su diócesis. En la tradición cristiana y en las Sagradas Escrituras, se habla del amor esponsal que Cristo tiene por su Iglesia; es este amor el que el obispo debe tener a la Iglesia que se le ha encomendado.

Mitra: Representa la dignidad episcopal, y es signo de las virtudes que deben resplandecer en este ministerio.

Báculo: Simboliza el pastoreo que realiza entre los fieles.

Orar por los obispos​

La dignidad episcopal supone un compromiso enorme y supone del consagrado una vida de completa santidad. El pueblo santo de Dios puede ayudar en la misión del obispo haciendo oración por él. Aprovecho para mandar un saludo a todos los fieles de la diócesis, al mismo tiempo los exhorto a orar de manera especial por Monseñor José Hiraís Acosta Beltran VIII obispo de nuestra diócesis de Huejutla.